“En una inmortal primavera, que en realidad era un verano el cual lentamente se transformaría en el otoño de nuestros amaneceres y el comienzo del entrelace de la realidad de los dos, fue cuando mis ojos se posaron sobre la dulce realidad de tu existencia”
-Agh! No importa cuanto me esfuerce en esto, ¡No soy lo suficientemente bueno para escribir algo romántico!
-Quejándote no solucionarás nada, quizá sólo te haga falta un poco de inspiración, ¿No lo crees?
-Pero… mi fuente de inspiración... está justo aquí a mi lado…
-Oh... entonces creo que deberé cumplir con mi trabajo como tu musa.
Tras decir esta frase se inclinó para abrazar a su amado por la espalda.
-Quizá deberías distraerte un rato, ¿no quieres salir a pasear?
-Está lloviendo…
-Podríamos ir al cine.
-No hay ninguna película interesante en la cartelera.
-Entonces, ¿te apetece ir a cenar?
-La verdad la frustración me quitó el hambre.
-Pues... ¿que te gustaría hacer?
-Yo… sólo quiero que continúes abrazándome.
Mientras esas palabras casi mudas salían de su boca, un tono rojizo se apoderaba de todo su rostro, no podía evitar sentir adrenalina mezclada con vergüenza al expresar sus sentimientos por aquél que adoraba.
-Tú. . . no sabes la felicidad que siento cada que expresas tus sentimientos.
- . . .
-Aún tu silencio me maravilla.
-Torpe. . .
Se levantó impulsivamente de la silla para envolverlo con sus brazos, y sin detenerse a pensar juntó sus labios con los del otro.
Y quedaron fundidos, los dos convirtiéndose en uno, devorando con pasión y gentileza sus almas y cuerpos.
Lo que siguió sólo tiene por testigos mudos a la noche, las paredes de la habitación y unos cuantos muebles, y ese peculiar clima invernal que recorría su piel, y que en pleno verano los obligaba a unir cada vez más sus cuerpos.